La fotografía está realizada en un comedero para aves al que acudo desde hace varios años dos o tres veces a la semana a aportar alimento, siempre durante los meses de otoño e invierno. Al final de este periodo voy disminuyendo las cantidades de alimento paulatinamente.
Visitan este lugar una gran variedad de paseriformes como el pico picapinos, pico menor, torcecuello, agateador común, trepador azul, herrerillo capuchino… además de otros más habituales en las dehesas extremeñas.
Estas pequeñas aves suelen realizar un recorrido repetitivo antes de entrar en el comedero. Aparecieron con el amanecer, y entre ellas esta diminuta gateona (nombre con el que se denomina en mi tierra a esta especie) Conociendo su comportamiento, me preparé para esta foto, subexponiendo la imagen, manejando el balance de blancos para conseguir calentar aún más los naranjas de la mañana y con una medición puntual en el claro que se colaba por la zona por donde se suponía que iba a pasar. Llegado el momento deseado, hice una ráfaga a ese instante; consiguiendo, en ese soplo de tiempo, esa imagen en la que se encuentra flotando en el aire y sin las alas abiertas.
La mañana siguió entre cantos, brisas y olor a tierra húmeda, donde el cliquear de la cámara se alternaba con el respeto que se muestran entre ellas ante la entrada de la especie dominante, que exigía el mejor y más exquisito bocado.