El chotacabras cuellirojo se distribuye por la Península Ibérica y el Magreb.

Se reconocen dos subespecies.

Se trata de una especie estival en la Península, donde ocupa preferentemente el centro, el sur y el levante, y asciende hasta el valle del Ebro. Escasea o falta por completo en la mitad norte y en las regiones montañosas. Ocupa Melilla y puntualmente Canarias y está ausente en Baleares y en Ceuta.

Aquí habita la subespecie ruficollis, que también ocupa algunos puntos del norte de África.

Para más información sobre su distribución territorial y otros datos de interés, consulta la ficha del chotacabras cuellirrojo en el III Atlas de las aves en época de reproducción en España.

El chotacabras cuellirrojo es un ave estrictamente migradora en toda su distribución. Sus rutas migratorias y las áreas de invernada son poco conocidas, aunque se sabe que cruza el estrecho de Gibraltar desde septiembre hasta octubre y que las aves europeas invernan hacia el sur y suroeste del área de reproducción africana de la especie.

Hay datos de individuos, probablemente pertenecientes a la subespecie desertorum, que cruzan el Sáhara y pasan el invierno en regiones tropicales de Mauritania, Mali y Senegal.

La migración prenupcial se produce desde mediados de abril a mayo.

Según la Lista Roja Europea de Aves 2021 la población de chotacabras cuellirrojo se situaría en torno a los 202.000-270.000 ejemplares, con tendencia decreciente.

Según el III Atlas de las aves en época de reproducción en España, la última estimación que se realizó en España fue en 1994 y arrojó un resultado de unas 100.000-130.000 parejas reproductoras. Desde entonces, los datos que aporta el programa de seguimiento Noctua indican una disminución del 30,2% entre los años 2006 y 2018. Los estudios locales realizados en el Espacio Natural de Doñana y en la Comunidad de Madrid aportan tasas de descenso similares para estas zonas.

El chotacabras cuellirojo selecciona, preferentemente, regiones no muy agrestes y de moderada altitud (no suele superar los 800 metros), en general cálidas y secas, donde ocupa zonas abiertas o ligeramente arboladas en las que se alternen los cultivos con los eriales, los bosquetes, los matorrales y las vegas, sin importarle la especie arbórea dominante en el entorno (pinares isla de pino piñonero, encinas, sabinas…).

Se muestra activo durante las horas crepusculares y a lo largo de la noche, momento en que se entrega a la captura de invertebrados voladores, en particular polillas, que atrapa gracias a su enorme cavidad bucal. Ocasionalmente, caza en el suelo presas como saltamontes o escarabajos.

Debido a sus hábitos discretos y a su proverbial capacidad para pasar inadvertida, poco se sabe de la reproducción de esta enigmática especie. El periodo reproductor se inicia al poco de llegar de las áreas de invernada, sobre el mes de mayo, y se prolonga hasta julio.

El nido consiste en una simple depresión en el suelo, a menudo protegida por algún arbusto, en la que la hembra deposita normalmente dos huevos lisos y brillantes de color cremoso o blanquecino. Se piensa que, en caso de necesidad, el chotacabras cuellirrojo es capaz de trasladar los huevos o los pollos a otro lugar, pero no hay apenas datos sobre la incubación, la alimentación de los polluelos o la posibilidad de segundas puestas.

Dado que, según los datos proporcionados por el programa Noctua, el chotacabras cuellirrojo viene sufriendo un declive del 38,6% en el periodo 2006-2018, la especie aparece como VU – Vulnerable en el Libro Rojo de las Aves de España 2021. También está citada en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, pero no en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

Entre las amenazas que pesan sobre la especie se citan los frecuentes atropellos que sufre por su particular querencia a posarse en carreteras y caminos. Otros problemas importantes los constituyen la pérdida de hábitat por causa de las transformaciones agrarias, el desarrollo de infraestructuras urbanísticas y energéticas, etc. y la destrucción de nidos debida a la quema de rastrojos y al pisoteo del ganado. El aumento de depredadores oportunistas, como ratas y gatos, ha supuesto también la pérdida de no pocas nidadas. Por último, la utilización de productos fitosanitarios e insecticidas podría reducir sus fuentes de alimento y causar intoxicaciones.

Entre las medidas de conservación propuestas destacan revisar la catalogación legal de la especie y declararla “Vulnerable” para promover la elaboración de planes de conservación de la especie, fomentar actividades agrícolas ligadas al mantenimiento de linderos y barbechos para garantizar diversidad en el paisaje, evitar la instalación de centrales fotovoltaicas y otras infraestructuras en zonas sensibles, minimizar el uso de insecticidas de amplio espectro que reducen drásticamente la disponibilidad de alimento para esta y muchas otras aves, controlar las poblaciones de depredadores domésticos asilvestrados, poner en marcha medidas que reduzcan el número de atropellos en los puntos más críticos, regular el uso de iluminación artificial durante la noche en las zonas próximas a los núcleos importantes de reproducción y realizar censos específicos para tener datos con los que poder investigar a fondo la biología de la especie y las causas de su declive.