La segunda jornada del XXIV Congreso Español y VII Ibérico de Ornitología.

Entre las principales conclusiones de una de las conferencias más significativas, presentada por el científico Raimundo Real, Respuestas biogeográficas de las aves al cambio climático en la Península Ibérica, se extrae que las estrategias de conservación deben modificarse en función de los cambios en las zonas de invernada y reproducción de las aves.

Durante la segunda jornada del XXIV Congreso Español y VII Ibérico de Ornitología, que organiza SEO/BirdLife junto con SPEA, se ha seguido debatiendo sobre aspectos relevantes a tener en cuenta para poder abordar la crisis climática y la alarmante pérdida de biodiversidad. 

Una de las conferencias más relevantes sobre cómo está afectando el cambio climático a las aves ha sido presentada por el científico Raimundo Real, de la Universidad de Málaga. Bajo el título Respuestas biogeográficas de las aves al cambio climático en la península Ibérica, ha aportado un visión evolutiva de cómo se puede y debe hacer frente al cambio climático. Según Raimundo Real, es necesario adaptar las estrategias de conservación al cambio climático y ello significa identificar nuevas zonas vulnerables, espacios importantes para conservar la biodiversidad sobre los que diseñar planes de conservación flexibles al cambio. “Tenemos que evolucionar en la forma de entender la conservación. Es necesario cambiar las estrategias de conservación y deben ser dinámicas. La mentalidad es flexible, todo el espacio es compartido y hay que dejar que todas las especies se adapten”.

Actualmente se está produciendo un calentamiento general de la atmósfera y los océanos que ya está afectando a las aves. Una de las zonas del planeta donde esto es más aparente es la península Ibérica, debido a su posición geográfica entre África y el resto de Europa, y a su localización latitudinal. Algunas aves ibéricas están cambiando la fenología de sus distribuciones y sus patrones de invernada, al igual que algunas especies típicamente africanas empiezan a verse con frecuencia en el sur de la península Ibérica. Estudios de modelación de la distribución de las especies sugieren que el cambio en el clima está suponiendo para algunas especies una presión para abandonar zonas que están dejando de ser favorables para ellas, así como la aparición de oportunidades nuevas en áreas que se están volviendo más favorables. Además, las especies pueden responder a los desafíos ambientales evolucionando, lo que puede suponer cambios potencialmente rápidos en sus comportamientos.

La política de conservación no puede centrarse en la preservación de la naturaleza en su estado actual o anterior, sino que tiene que incorporar la preservación de los procesos que permiten a las especies responder a los cambios ambientales de forma adaptativa.

Reto para el cambio de normativas, pensamientos y conductas

Y relacionado con esto, otra de las sesiones que han abordado la situación de emergencia climática ha sido la mesa redonda Retos de conservación de la biodiversidad derivados de los efectos del cambio climático. 

La evidencia de los efectos del cambio climático sobre la conservación de la naturaleza abre la puerta a numerosas preguntas difíciles de resolver en la actualidad, pero que tendrán que responderse en breve desde el mundo de la ciencia, la política y la sociedad. 

Una de las sesiones especiales del congreso ha servido para hacer un interesante experimento, invitando a los asistentes a “atreverse” a lanzar posibles caminos futuros, ninguno exento de polémica. Se trataba de replantear nuevas políticas de conservación adaptadas a las consecuencias del cambio global en el que está inmerso el planeta.

Con Juan Carlos Atienza, responsable de Gobernanza Ambiental de SEO/BirdLife, como introductor, se han lanzado preguntas valientes ante escenarios imprecisos buscando una reflexión que muchos científicos y conservacionistas seguramente todavía no se habían hecho: ¿Pueden las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático añadir nuevas amenazas?, ¿Se debe aceptar la migración asistida de especies que no pueden adaptarse por sí solas?, ¿Qué hacemos con las especies exóticas invasoras?, ¿Qué pasa si un espacio protegido pierde los valores por los que fue protegido?

Las respuestas han sido variadas, sin producirse consenso en ninguna. Pero este “atraco a mano armada” sin previo aviso ha cumplido sin duda su objetivo: ser conscientes de lo que se avecina, que no es solamente un cambio del clima sino un reto para el cambio de normativas, pensamientos y conductas. 

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