No es una novedad que el cambio climático es un fenómeno científicamente constatado y con efectos en especies y ecosistemas. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Science y en el que participa BirdLife International va  más allá: el calentamiento del planeta, producido por el ser humano, ha  desencadenado un mecanismo global de alternaciones en ecosistemas y en especies que, incluso, está generando cambios genéticos. Todas estas modificaciones afectan a su vez a las redes de alimentación y generan aún mayores cambios y adaptaciones entre los seres vivos. Las alteraciones del calentamiento global ya tienen consecuencias documentadas para los seres humanos: pesquerías impredecibles, cambios en el rendimiento de los cultivos, pérdida de diversidad genética en variedades de cultivos silvestres, y un creciente impacto de plagas y enfermedades. Pero lo significativo del estudio es que, junto a los cambios fácilmente observables como la floración de una planta como consecuencia de una primavera adelantada, se está produciendo una silenciosa modificación de la configuración genética de los seres vivos.

 

Grupo de correlimos gordos, una especie cuyo pico y tamaño está en disminución por el cambio climátic, lo que limita su capacidad de alimentación ©Carsten-Medom-Madsen-Shutterstock

Grupo de correlimos gordos, una especie cuyo pico y tamaño está en disminución por el cambio climátic, lo que limita su capacidad de alimentación ©Carsten-Medom-Madsen-Shutterstock

 

En concreto, la investigación, liderada por la Universidad de Florida, muestra que un 80% de los 94 procesos ecológicos que forman la base para los ecosistemas marinos, de agua dulce y terrestres saludables ya muestran signos de estrés y respuesta al cambio climático.

 

Datos inquietantes

El estudio alberga un gran número de datos para no quedarse indiferente. Por ejemplo, algunas salamandras han reducido su tamaño alrededor de un 8% durante los últimos 50 años. Un cambio similar en seres humanos,  equivaldría a una reducción de tamaño de 15 centímetros. Durante el mismo periodo, tres especies de aves paseriformes del noreste de Estados Unidos han disminuido la envergadura de las alas en un 4%.

Los correlimos gordos, un ave límicola que se reproduce en el Ártico, tienen descendientes más pequeños, con picos más cortos, lo que afecta a sus perspectivas de crecimiento. Lo contrario les está sucediendo a algunos mamíferos en aguas más frías, donde un clima más templado significa más comida. Por ello, la marta americana y la marmota de vientre amarillo están aumentando su tamaño.

De la misma manera, el melanismo –ese exceso de pigmentación oscura que se observa en panteras negras o en cuervos- está decreciendo, ya que no favorece la necesaria termorregulación de los animales, que han de enfrentarse a climas más cálidos.

Por otro lado, especies cuya determinación sexual se ve afectada por las temperaturas están teniendo cambios en el ratio sexual de sus poblaciones. Así, algunas especies de lagartos están incrementando la creación de machos, mientras ciertas especies de tortugas producen más hembras.

“Ahora tenemos evidencia de que con solo 1ºC de calentamiento global, ya se están haciendo sentir grandes impactos en los sistemas naturales”, afirma Brett Scheffers, autor principal del estudio. “Los genes están cambiando la fisiología de las especies y características físicas como el tamaño corporal están modificándose. Las especies se están moviendo y observamos claros signos de ecosistemas enteros bajo estrés, todos ellos en respuesta a los cambios en el clima en tierra o en mar”, añade.

 

Aves testigos del cambio

Una vez más, la ornitología se está mostrando muy importante para comprender las consecuencias del calentamiento global. De acuerdo con Sturart Butchar, jefe científico de BirdLife International, “algunos de los mejores datos en impactos del cambio climático provienen de aves. Por ejemplo, las tendencias poblacionales de aves en Norteamérica y Europa muestran una clara señal del cambio climático desde la década de 1980. Mientras algunas especies se han beneficiado, muchas más han sufrido declives”.

 

La golondrina común cada vez se queda más en invierno en nuestras latitudes. ©Pep Arcos

La golondrina común cada vez se queda más en invierno en nuestras latitudes. ©Pep Arcos

 

En España no existe información sobre cambios genéticos y/o morfológicos para adaptarse a este nuevo escenario. Sin embargo, están apareciendo señales que indican que se están produciendo cambios en los patrones de distribución o migración de las especies.  

El urogallo cantábrico es una especie a la que la subida de temperaturas parece no irle demasiado bien y el cambio climático se apunta como una de las causas de la situación tan delicada y alarmante en la que se encuentra. Programas de seguimiento de SEO/BirdLife como Aves y Clima o el Atlas de las Aves en Invierno, muestran cambios en los patrones de llegadas y partidas de muchas aves migratorias. Aves que desaparecían al final del verano se van haciendo más presente en invierno: algunas rapaces (águila calzada. águila culebrera, alimoche, cernícalo primilla), rapaces nocturnas como el autillo, golondrinas (golondrinas común, avión común), vencejos (vencejo pálido) y otras muchas especies (avetorillo, lavandera boyera). Además, muchas de ellas retrasan sus partidas hacia las zonas de invernada al sur del África o adelanta las llegadas en primavera, acortan las distancias de migración. Por otro lado, especies africanas se hacen cada vez más presente en nuestro territorio como el ratonero moro, bulbul naranjero, tórtola senegalensa, buitre moteado o collalba desértica, entre otras.

Otras especies deben adaptarse a las nuevas condiciones. Este es el caso del papamoscas cerrojillo en el que algunos estudios han comprobado el desajuste que se produce entre el máximo de alimento disponible en robledales y el momento de alimentación de sus pollos cada primavera, con el descenso en el número de crías que sacan adelante ante una menor disponibilidad de insectos.

 

Estrategias ante el cambio climático

Hasta ahora, las informaciones sobre el cambio climático no habían logrado transmitir cuan amplios podrían ser los impactos. Sequías, incendios, aumento del nivel del mar y climatología extrema son todos fenómenos retratados con precisión en el campo de acción climática. Pero este nuevo estudio añade una nueva dimensión, enormemente inquietante, al concepto de cambio climático. Este cambio no existe simplemente fuera de nosotros como fenómenos externos, sino que está dentro de los seres vivos, cambiando el alfabeto de nuestra identidad: nuestro código genético.

Comprender los cambios en los procesos ecológicos puede servir para orientar las estrategias de adaptación humanas. De acuerdo con los autores, junto a la reducción de gases de efecto invernadero, la acción y la política climática deben centrarse por igual en las estrategias que salvaguarden la biodiversidad y los ecosistemas.

 

Referencia:

The broad footprint of climate change from genes to biomes to people. (2016). Brett R. Scheffers, et al. Science. Vol. 354. DOI: 10.1126/science.aaf7671

 

 

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