• Entrevistamos a David de la Bodega Zugasti, abogado y experto en en la lucha contra el uso del veneno. Es el coordinador del proyecto Life+VENENO para reducir el uso de veneno en el medio natural, un delito ambiental que causa graves daños a nuestra fauna. 
David de la Bodega

David de la Bodega, abogado y experto en la lucha contra el uso ilegal de cebos envenenados.

El uso de veneno en el campo es un delito recogido en el año 1995 por el Código Penal, una práctica ilegal que amenaza gravemente nuestra biodiversidad y pone en riesgo la salud pública. Este problema es conocido y reconocido, incluso por la Fiscalía General del Estado que en su último informe anual de 2012 sitúa el envenenamiento de fauna como “uno de los más serios problemas con los que viene enfrentándose las Fiscalías españolas”. Mata miles de especies amenazas, más de 7.000 en la última década, como águilas imperiales, milanos reales, osos pardos e incluso linces ibéricos han muerto por la ingesta de cebos envenenados y que en estos momentos están en peligro de extinción.

 

Pregunta- ¿En qué consiste este delito?

Respuesta-El envenenamiento de fauna es una forma de cazar fauna silvestre o doméstica utilizando cebos envenenados; y un cebo envenenado es un alimento impregnado de alguna sustancia tóxica en una dosis lo suficientemente alta como para causar la muerte del animal. Este método de caza, recogido en el artículo 336 del Código Penal, se ha utilizado para eliminar depredadores que entran en conflicto con especies cinegéticas o ganaderas, es decir, donde ha habido un problema de determinadas especies de fauna silvestre con el hombre, con su actividad económica o deportiva como puede ser la caza.

 

 

P- ¿Cuál es el origen del veneno?

R- El veneno se utiliza hace siglos, y algunas referencias las encontramos en la propia legislación. En 1879 la Ley de Caza regula el envenenamiento como método para eliminar animales dañinos. A esta norma le siguen otras que siguen regulando esta práctica hasta 1953, donde encontramos un decreto que establece las Juntas de Extinción de animales dañinos y Protección a la Caza. Toda esta normativa catalogaba determinados animales como dañinos o alimañas, así que ya legalmente había un objetivo a eliminar, que eran todos esos animales que entraban en conflicto con la ganadería o con las especies de caza. Especies hoy protegidas como el lobo, el águila imperial o el lince ibérico eran algunas de las que durante siglos se consideraron dañinas y había que eliminarlas, siendo el veneno uno de los métodos para ello. Además lo suministraba la propia Administración que pagaba a los alimañeros una cantidad tasada en el decreto por la prueba de muerte de cada uno de esos animales.

 

Estatua de Pepín el de Fresneda, situada en el medio del pueblo, Cantabria. Este guarda era una persona reconocida por ser un gran eliminador de lobos usando veneno. ©David de la Bodega

En 1903 por una loba hembra se llegaban a pagar 20 pesetas, por un lince 3,75 pesetas y por un águila imperial cuatro pesetas. Estas cantidades se fueron actualizando en años posteriores. Había todo un soporte legal y social para las personas que hicieron de la exterminación de determinados depredadores su modo de vida y su profesión.

 

 

 

P- ¿Por qué se sigue utilizando?

R- El veneno ha sido legal hasta el año 1983 y esa base social y de reconocimiento es difícil de cambiar, pero además hay otros factores como la impunidad con la que se comete este delito. Únicamente contamos con unas 60 sentencias condenatorias en materia de veneno ya que es muy difícil dar con el autor que actúa en la inmensidad del campo. Es un delito difícil de investigar y de todos los casos que se dan al año de veneno hay pocos en los que se termine con una sanción o con un proceso penal para los responsables, porque no se da con los autores o porque no ha habido pruebas suficientes para inculparlos.

 

Colocar cebos envenenados en un coto de cientos de hectáreas no hace ruido y aparentemente no se ve. Los envenenadores cada vez son más profesionales y tienen la sensación de que si ponen veneno y no hay ninguna consecuencia legal, no pasa nada. ©OGarcía SEO-BirdLife 

 

P- ¿Como se pueden medir sus consecuencias?

R- Basta con ver los datos de especies envenenadas en cada comunidad autónoma todos los años para ver la magnitud del daño que provoca. El problema es que socialmente no se conoce ese daño, ni sus consecuencias ambientales ni la merma que esta produciendo en la biodiversidad. Estamos hablando de que en el año 1953 el lince y el águila imperial se les consideraba alimañas o dañinos y 60 años después estas especies han terminado estando en peligro de extinción, entre otras causas por el uso de cebos envenenados. Esto nos permite ver la evolución real del uso del veneno. Otro factor a destacar es que no se conocen las dimensiones que provocan los envenenamientos porque los datos son sólo de los casos que se han encontrado. Se calcula que son entre el siete y el 10% los animales encontrados muertos por envenenamiento, siendo esto sólo la punta del iceberg, pero no sabemos la dimensión total. Yo creo que si lo supiéramos nos asustaríamos mucho y las vías de adaptación serían mucho más urgentes y prioritarias.

 

P- ¿Qué se está haciendo desde el proyecto Life+VENENO?

R- Nos hemos centrado mucho en atajar todos los factores que he comentado. Para reducir la impunidad lo primero es tener agentes de medio ambiente bien formados y especializados en la lucha contra el veneno ya que son los que están en el campo.

Las unidades especializadas de investigación contra el veneno son una apuesta por una mayor investigación y mayor reducción de la impunidad. ©UNIVE

 Hemos dado formación a agentes medioambientales de seis comunidades autónomas y se ha creado un cuerpo especializado, la Unidad de Investigación contra el Veneno en Castilla La-Mancha (UNIVE). Es una de las grandes apuestas porque donde hay unidades especializadas de investigación contra el veneno los resultados son claros, se dan un mayor número de sentencias condenatorias en la vía penal y mayores medidas administrativas. Estas medidas y otras destinadas a la prevención y sensibilización de los sectores implicados, las hemos incluido en los borradores de Planes de Acción que hemos elaborado para 9 comunidades autónomas. Estos planes recogen las medidas mínimas para atajar este problema y que han resultado eficaces en aquellas comunidades que los tienen aprobados, como Andalucía, Aragón o Castilla-La Mancha.

 

P- Habéis publicado un informe de sustancias, ¿Cuál es el panorama en cuanto a su adquisición?

R- Pues es otra de las facilidades para cometer este delito. Según este estudio, entre los años 2005 y 2010 hemos detectado que en los envenenamientos de fauna registrados se han utilizado unas 70 sustancias. En su mayoría son productos fitosanitarios y las dos más utilizadas son el aldicarb y el carbofurano que son muy tóxicos y letales prácticamente en el acto. Hemos tenido una legislación muy permisiva con estas sustancias hasta el año 2009 cuando se aprobó la Directiva 2009/128/CE que establece el marco de la actuación comunitaria para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas, traspuesta al ordenamiento español por el Real Decreto 1311/2012, de 14 de septiembre, por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. A partir de entonces tenemos un Plan Nacional para el uso sostenible de productos fitosanitarios que establecen más trabas a la adquisición de estos productos, sobre todo los muy tóxicos y nocivos para el medio ambiente.

 

P- Y los stocks que se tienen, ¿cómo podrían controlarse?

R- Esto es bastante preocupante porque muchas sustancias o fitosanitarios que se han prohibido por su toxicidad, en vez de recogerse, se han quedado en explotaciones ganaderas o agrícolas y están a disposición de los envenenadores.

Los cebos envenenados se elaboran con tortilla de patata, chorizo, magdalenas y es muy fácil que puedan entrar en contacto con niños. ©BVCF

 Desde el Life+ VENENO hemos incidido en este problema que además esta sin solucionar. A pesar de que hay una cobertura legal en la Ley 22/2011 de residuos para sancionar la tenencia de residuos tóxicos y peligrosos, no hay un plan de retirada. Lo absurdo es que si hay un plan de retirada de los envases y un sistema integrado de gestión de residuos de envases de productos fitosanitarios (Sigfito) pero no lo hay para la retirada de su contenidoz. Hemos alertado al Magrama de este problema cuando se estaba elaborando el Real Decreto 1311/2012 y el Plan Nacional de Acción sobre usos de productos fitosanitarios, proponiendo medidas de acción pero no nos hicieron mucho caso. No obstante, estas normas clasifican todas las sustancias tóxicas o muy tóxicas para el medio ambiente como de uso profesional. Será necesaria una formación para los profesionales que serán los únicos que podrán adquirir esas sustancias y tendrán que llevar un registro de sus usos, por lo que creemos que dificultará su adquisición.

 

P- La Fiscalía General del Estado en su último informe de 2012 reconoce el veneno como uno de los problemas más serios ¿qué significa esto?

R- Significa que, o bien existe un incremento de los casos de veneno o que se está buscando más y por tanto llegan más denuncias a las fiscalías. Me inclino a pensar esto último. Además, yo creo que la Fiscalía ha querido alertar de que muchas veces se reciben denuncias en las que es difícil iniciar un proceso penal por falta de autor conocido. En ocasiones se constata que se ha producido un delito y tienen la obligación de actuar pero es difícil determinar la autoria. Entiendo que la propia Fiscalía quiere alertar de la importancia de investigar suficientemente y dotar de medios suficientes la investigación de este delito, ya que el veneno si no se busca, no existe, pero si se busca aparece. Y si se sigue buscando aparecen hasta los autores.

 

P- ¿Cuáles son los pasos para llevar un caso de envenenamiento a los tribunales?

R- Para que haya un proceso penal lo primero es que haya una prueba. Un caso de envenenamiento es como un asesinato, tenemos un escenario de un crimen con un animal o un cebo envenenado y hay que estudiarlo con las cautelas suficientes para obtener las pruebas que den con el autor de los hechos. Desde el Life+ VENENO hemos promovido unos protocolos de recogida de muestras y vigilancia, para tener pruebas seguras y que no puedan ser invalidadas en un proceso penal posterior. Las pruebas se recogen de acuerdo al protocolo, se custodian y se llevan a un centro de recuperación para un primer análisis. Cuando en la necropsia hay indicios de intoxicación producida por fitosanitarios o por otra sustancia, se llevan algunas partes del animal a un análisis toxicológico que determina fehacientemente que efectivamente ha muerto por veneno.

 

Estos análisis son la pieza fundamental de cualquier procedimiento penal o administrativo. ©BVCF

En ese análisis toxicológico se determina la dosis de las sustancias para descartar un envenenamiento incidental ocasionado por otras circunstancias. Con las pruebas recogidas se inicia la maquinaria penal de investigación y, si se tiene un autor conocido, el procedimiento sigue adelante y se desarrolla una vista oral en la que se valoran las pruebas y el juez escucha a las partes para decidir si hay condena o no.

 

 

 

P- ¿Qué consecuencias hay para los culpables?

R- Las condenas mayores que conocemos han sido de hasta dos años, pero han sido en casos en los que han existido otros delitos asociados, como el de afección a especies amenazadas aumentando la pena hasta esos dos años. A esta pena de prisión hay que añadir la prohibición de hasta tres años que en muchos casos se establece para ejercer el derecho a cazar o una profesión, en el supuesto de que sea un guarda por ejemplo la persona acusada. En el caso de envenenamiento más grave producido en España en el que murieron más de 140 aves rapaces el proceso está en marcha y estamos personados. La personación de las ONG y de las Administraciones es muy importante para conseguir que los procesos prosperen y se puedan hacer aportaciones técnicas que alerten de la importancia del daños producido .

En 1903 se pagaban 4 pesetas por matar un águila imperial por ser especie “dañina”. En 2013, catalogada “en peligro de extinción” se multa con 60.000 euros (9.983.160 pesetas) por envenenarla.

Otro de los casos más graves en los que estamos embarcados fue la muerte en 2012 de seis águilas imperiales en un coto de Ciudad Real, que se encuentra en estos momentos en la vía penal. La responsabilidad civil a la que se enfrenta el autor de los hechos puede llegar a los 360.000 euros según legislación de Castilla-La Mancha .

 

 

 

 

 

P- Como experto, ¿cuáles son los pasos para acabar con esta práctica ilegal en España?

R- Es necesario reducir la impunidad, priorizar la importancia de investigar este delito y que se adopten medidas administrativas. En este sentido, las administraciones públicas tienen capacidad y tienen que asumir su responsabilidad en la lucha contra el veneno y adoptar medidas administrativas y no dejarlo todo en manos de la vía penal. También hay que trabajar mucho con los sectores implicados, con los cazadores, los ganaderos, hay que estar en el campo. Hacemos mucho trabajo político y legal pero hay que bajar al ruedo, ya que muchas veces es un problema de ignorancia y no de maldad. La alternativa del uso del veneno está en fomentar métodos tradicionales de gestión del ganado para que no se produzca el abandono del campo o contemplar ayudas económicas a los sectores afectados por la depredación. Por otra parte, la homologación y aprobación por parte de las comunidades autónomas de métodos de control de depredadores que sean selectivos y no masivos puede reducir el uso de otros que no lo son.

 

P- ¿Qué le dirías a alguien que coloca cebos envenenados?

R- (Sonríe, muy difícil) Me iría al bar del pueblo a tomar algo y antes de decirle nada le preguntaría por qué, cuál es su voluntad, su objetivo. Creo que no se puede cambiar nada sin escuchar y dando lecciones. Trataría de conocer a la persona, comprender el porqué y tratar de hacerle ver las consecuencias de esta práctica, los esfuerzos que se están haciendo desde las administraciones, las ONG, y, aunque está ya muy manido, le diría que lo que tenemos no es sólo nuestro sino que será para los que vengan, incluidos sus hijos o sus nietos. Intentaría trasladarle el gran esfuerzo que se hace por preservar el entorno y lo rápido que puede ser destruido con unos trozos de carne envenenados. Intentaría acompañar de alguna forma una posibilidad de cambio y motivar un cambio en la percepción de esa persona, sin imponer nada. Seguro que hay una parte de esa persona que está tan enamorada del campo como lo estamos nosotros.

 

Comparte