El porrón moñudo cría en Asia septentrional (hasta Japón), así como en gran parte de Europa del norte, incluida Islandia, y central. Durante el invierno se desplaza hacia el sur y ocupa áreas meridionales de Asia y Europa e incluso llega a instalarse en algunos enclaves africanos.

Se trata de una especie básicamente invernante, aunque se tiene constancia de unas pocas reproducciones con un número muy variable y reducido de localidades cada temporada.

Durante el invierno se une a la reproductora una población invernante pequeña y que muestra una tendencia muy negativa. Muestra alta probabilidad de presencia en humedales del tercio norte peninsular, principalmente en las rías y humedales de Galicia, aunque podemos encontrar poblaciones invernantes dispersas por todo el territorio, llegando hasta las marismas del Guadalquivir.

Para más información sobre su distribución territorial y otros datos de interés, consulta la ficha del porrón moñudo en el III Atlas de las aves en época de reproducción en España.

Las poblaciones migradoras de Europa central y septentrional comienzan el desplazamiento otoñal en septiembre, aunque las zonas de cría no se abandonan por completo hasta octubre o noviembre.

Los primeros bandos invernantes de porrón moñudo hacen acto de presencia en nuestro territorio a lo largo del mes de octubre, y su estancia se prolonga hasta marzo (el momento de mayor abundancia se produce entre diciembre y enero).

Según la Lista Roja Europea de Aves 2021 el número de porrones moñudos en Europa es de unos 879.000-1,24 millones de individuos, con tendencia decreciente.

El III Atlas de las aves en época de reproducción en España estima entre 10 y 20 parejas las que se reproducen en España con un número de localidades confirmadas que varía de 2 a 5. Las que más se repiten en los últimos años son el humedal de Salburúa, la laguna de Atapuerca y las lagunas de Villafáfila. En cuanto a los ejemplares invernantes, el Libro Rojo los cifra en menos de un millar para el periodo 2012-2016, lo que supone una caída del 71,4% desde 1991.

Como todos los patos buceadores, el porrón moñudo precisa de aguas relativamente profundas en las que zambullirse para obtener alimento. Por esta razón, cría en lagos profundos de agua dulce, con islas y aguas abiertas, e inverna en grandes ríos, lagunas, embalses, lagunas salobres y bahías e incluso en estanques de parques urbanos.

El porrón moñudo es una especie omnívora, que se nutre tanto de semillas, tallos y plantas acuáticas como de moluscos, crustáceos e insectos que obtiene buceando a cierta profundidad.

El nido se ubica directamente en el suelo, en islas o en acúmulos de materia vegetal sobre el agua, normalmente al amparo de arbustos o de la vegetación ribereña, y consiste en una depresión tapizada con hierbas, tallos, raíces y plumón. Lo construye la hembra y tiene unos 20-25 centímetros de diámetro y 7-10 centímetros de profundidad.

La puesta tiene lugar a mediados de mayo y consta de 8 a 11 huevos (se han citado puestas de 22 huevos, probablemente correspondientes a varias hembras) de color verde grisáceo, cuya incubación, que dura 23-28 días, corre a cargo de la hembra. Nada más nacer, los pollos ya se muestran muy despiertos y son capaces de seguir a su madre hasta el agua. Son atendidos exclusivamente por su progenitora y se desarrollan en unos 45-50 días.

El Libro Rojo de las Aves de España 2021 considera que el porrón moñudo está EN – En Peligro como invernante y que tiene DD – Datos Insuficientes como ave reproductora, esto es, se carece de datos apropiados sobre su abundancia o distribución, por lo que investigaciones futuras podrían modificar la clasificación de amenaza.

El porrón moñudo no aparece en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial ni en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

En España la reproducción es ocasional y dispersa. Como invernante, se trata de una especie común. Sin embargo, en el periodo 1991-2016 ha quedado reflejada una reducción de aproximadamente el 71.4% en la cantidad de individuos que nos visitan, lo que justifica la categoría de amenaza asignada.

La pérdida de hábitat en nuestro territorio, fundamentalmente debida a sequías, desecaciones, contaminación de las aguas, competencia con especies invasoras como la carpa, colmatación de las cubetas o falta de protección de los humedales, es su principal amenaza. También actúa sobre ellos muy negativamente la excesiva presión cinegética, que podría mermar el contingente de potenciales colonizadores y que es causante de intoxicaciones severas a través del plomo de los perdigones.

Entre las medidas de actuación propuestas se citan revisar la catalogación estatal de la especie y declararla “En Peligro de Extinción” para así disponer de los mecanismos necesarios para poder realizar una protección adecuada, promover la protección legal de los humedales que cuentan con presencia de la especie para poder asegurar en ellos unos niveles hídricos mínimos adecuados, frenar la entrada de nitratos y fosfatos regulando su uso en los entornos agrarios de las zonas sensibles para la especie, asegurar que se cumple la prohibición de cazar con perdigones de plomo en todos los humedales e incrementar la investigación sobre la especie para conocer mejor la evolución de la población y las causas de su declive.