El actual modelo agrícola  europeo está dañando el medio ambiente, acabando con la biodiversidad, afectando a la salud pública, y dejando de lado a las pequeñas y medianas explotaciones agrarias y a las comunidades rurales.

Se trata de un modelo sostenido por la Política Agraria Común (PAC), una de las políticas más antiguas, controvertidas y costosas de la Unión Europea. Por eso queremos cambiarla, porque esta PAC no funciona. Para ello, es importante desmontar tópicos y creencias muy arraigadas sobre la agricultura. Solo así podremos avanzar hacia un nuevo modelo agrícola y ganadero verdaderamente sostenible.

 

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Los campos agrícolas son meras explotaciones sin valor ecológico

FALSO

La relación de la agricultura con el medio ambiente es evidente. En España, el 55% de la superficie agraria utilizada corresponde a Sistemas Agrarios de Alto Valor Natural (SAVN), y de los 14 millones de hectáreas de la Red Natura 2000 (la mayor red de espacios naturales protegidos de Europa) un 70% tienen un uso agrario.

 

La agricultura convencional no tiene nada que ver de la pérdida de biodiversidad.

FALSO 

Desde que comenzó el actual modelo agrícola intensivo a mediados del siglo XX, la biodiversidad no ha dejado de descender en los campos de cultivo. Según el programa de seguimiento de aves comunes reproductoras de SEO/BirdLife, Sacre, desde 1998 las aves agrarias han sufrido un descenso del 22,7% en España. Es el caso dramático de la tórtola europea o la golondrina común, cuyas poblaciones ha caído en un 30% entre 1998 y 2013. A nivel europeo el declive aumenta hasta el 55% en los últimos tres decenios para el conjunto de las aves agrícolas. Y no solo desaparecen las aves: también lo hacen los insectos, las abejas, la microfauna del suelo, e incluso diversidad genética agrícola. Y toda esta pérdida de biodiversidad ha coincidido con la intensificación agraria.

 

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La agricultura intensiva favorece la desertificación y los efectos del cambio climático

VERDADERO

El 60% de las masas de agua en España están en mal estado, debido en gran parte a la sobreexplotación fluvial y de acuíferos para el regadío o a la contaminación por agroquímicos. Además, el 50% de los suelos contienen un nivel de materia orgánica muy bajo, inferior al 1,7%. Estas condiciones hacen que los suelos sean muy vulnerables a la desertificación, comprometiendo su capacidad para mantener la actividad productiva a medio plazo, además de ser más sensibles a los efectos generados por el cambio climático.

 

Las medidas agroambientales no sirven para nada

FALSO

Aunque apenas se evalúan, son eficaces y necesarias para la conservación de la biodiversidad, para evitar la contaminación del agua, los suelos y los alimentos. Lo que sucede es que su escasa aplicación y presupuestos asociados no es suficiente para contrarrestar los efectos perniciosos de la agricultura intensiva.

 

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La PAC no ha conseguido frenar el abandono rural

VERDADERO

La intensificación y modernización no es garantía de fijación de población, de hecho, en zonas muy tecnificadas, sobre todo de grandes explotaciones de herbáceos o frutales, los agricultores viven en las capitales. Solo en el último año la superficie agraria en España se ha reducido en un millón de hectáreas afectando, sobre todo, a agricultores de zonas de montaña, menos productivas, o de pequeñas explotaciones familiares. El despoblamiento rural y el envejecimiento de la población se ha incrementado durante la existencia de la PAC.

 

El dinero de la PAC está bien repartido

FALSO

La Política Agraria Común, tal y como está planteada, destina la mayor parte de los fondos públicos a la agricultura industrial, un sistema agroalimentario insostenible e injusto. España recibe cada año más de 7.000 millones de euros en ayudas de la PAC para la agricultura y la ganadería, pero curiosamente el 20% de los beneficiarios (grandes productores y terratenientes) recibe el 80% de las ayudas. Gran parte de las subvenciones se concentran en las zonas con mayor contaminación y sobreexplotación del agua. En cambio, los agricultores y ganaderos que producen de forma más respetuosa con la biodiversidad, y que cuidan paisajes como las dehesas o los olivares de alto valor natural, apenas reciben apoyo. 

 

Copia de LivingLand E-Action for partners to edit(1)

 

Aunque este panorama no es muy alentador tenemos una buena noticia. Hasta el próximo 2 de mayo podemos invertir esta situación. Queremos que escuche la voz de la ciudadanía en consulta que la Comisión ha publicado sobre la reforma de la PAC, para que el dinero del contribuyente se invierta en conservar un campo vivo y producir alimentos saludables y de calidad, respetando a las personas y a la naturaleza. Desde la campaña Living Land (Campo Vivo) os animamos a respaldar otro modelo agrario justo y sostenible para Europa firmando en este enlace: //seo.org/living-land/

 

 

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