Doñana es un humedal muy dinámico donde, cada año, se produce un ciclo natural de inundación y sequía. Las lluvias de otoño e invierno devuelven el agua a la marisma, una despensa de 30.000 hectáreas en la que abundan plantas, invertebrados, anfibios, reptiles y peces. Cada primavera, anátidas y limícolas, garzas, ibis, flamencos y aves rapaces encuentran un espacio natural de incalculable valor donde reproducirse, conformando un bello paisaje visual -y también sonoro- más propio del continente africano que del sur de Europa

Lamentablemente,  según constatan los técnicos de SEO/BirdLife, este año se prevé menos bullicio. Con probabilidad, ésta será una primavera silenciosa, como la que vaticinaba Rachel Carson en su conocido ensayo de 1962 sobre los efectos de la contaminación y los pesticidas sobre el medio ambiente. En este caso, junto a la polución presente en ríos y arroyos de Doñana, el silencio vendrá como consecuencia de las escasas precipitaciones de los últimos meses.

“A ello hay que sumar unas temperaturas anormalmente altas durante el pasado invierno, en lo que parece un primer avance de los efectos del calentamiento global sobre los humedales del sur de Europa”, explica el técnico de la oficina de SEO/BirdLife en Doñana, Carlos Molina.  

Invierno en Doñana ©Carlos Dávila

Invierno en Doñana ©Carlos Dávila

Los períodos de sequía son habituales en la cuenca mediterránea, así como las fluctuaciones poblacionales en las aves, compensando años malos con años óptimos. Sin embargo, si estas condiciones climáticas se mantienen en el futuro -algo previsible-, tendrían graves efectos sobre las aves: modificaciones en sus rutas migratorias, cambios en las fechas de reproducción e invernada, reducción de las poblaciones por la disminución de los recursos y, en última instancia, la extinción de especies.

“Esta primavera, la mayor parte de la marisma natural de Doñana está seca o tan sólo parcialmente encharcada. Es previsible que la falta de agua y alimento genere que muchas de las aves acuáticas que habitualmente se reproducen en ella lo hagan en menor número y muchas fracasen en el intento”, explica Molina.

Alrededor de medio centenar de acuáticas

En Doñana se reproducen alrededor de medio centenar de especies, entre las que se encuentran algunas aves residentes gravemente amenazadas, como cerceta pardilla, la focha moruna o malvasía cabeciblanca. Las especies migradoras procedentes de África, como las canasteras, fumareles cariblancos y pagazas piconegras, se encuentran a su llegada un paisaje desolador.

“En años de baja pluviometría las aves acuáticas no encuentran en la marisma natural las condiciones adecuadas para reproducirse, si bien algunas zonas permanecen inundadas como la marisma del El Rocío o la laguna de la Dehesa de Abajo. En estos casos, las aves suelen hallar alimento y refugio en zonas con manejo artificial, como los cultivos de arroz o las balsas de acuicultura», afirma el técnico de SEO/BirdLife en Doñana. 

 

 

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