Salvador Maluquer está sorprendido de que en 2014 tanta gente le haya preguntado por las raíces de la ornitología en nuestro país y los orígenes de SEO/BirdLife. Pero el interés tiene su razón de ser, porque este naturalista es casi el último de la estirpe fundadora de una sociedad que acaba de cumplir 60 años. Cuando este abogado catalán empezó solo tenía 14, y a la vez que descubría los placeres de la observación en el campo saciaba su curiosidad científica escudriñando en las colecciones de aves semiabandonadas del Museo de Ciencias de Barcelona. Fue precoz, dinámico y moderno, y a ello se debe, por ejemplo, que los primeros artículos del delta del Ebro o las primeras filmaciones de las famosas “pajareras” de Doñana lleven su firma.

 

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Salvador Maluquer, fundador de SEO/BirdLife ©Josefina Maestre-SEO/BirdLife

 

El pasado mes de mayo, en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, le oímos nombrar una afección curiosa: la “fiebre de la pajarería”. ¿Cuándo y cómo le entró esta fiebre?

Supongo que fue el primer día que tuve en mis manos un pájaro, una abubilla, después de darle un disparo. Vi que era algo maravilloso: su plumaje, su pico, su cresta… Intenté disecarlo y conservé la piel bastante tiempo. A partir de aquí me puse a buscar datos de la especie en libros –precisamente tenía uno francés en casa donde venían dibujadas a color las cabezas de las aves–… Y así empezó mi interés.

 

Es curioso que el hecho de tener una escopeta y dispararla contra un pájaro le llevara finalmente a interesarse por algo que le ligó por completo al mundo de la conservación de la naturaleza.

Esto era algo muy general, porque los grandes ornitólogos de 1800 eran cazadores y recolectaban pieles, algunos demasiado. Yo sentí la curiosidad de comparar plumajes, colores o cantos, pero en principio sin darle el valor conservacionista que adquirí después.

 

Tenía 14 años. Tiempos de posguerra. ¿Cómo era aquella época para los biólogos y la ornitología?

En primer lugar no había biólogos de formación, puesto que no existía la carrera, y no había nadie que se dedicara a la ornitología, al menos en Cataluña; solo algunos aficionados. Con mi hermano José y mi primo Joaquín empezamos a buscar libros, fuimos al Museo de Zoología de Barcelona solicitando apoyo científico, pero estaba abandonado tras la guerra. El director era geólogo y se ubicaba en el Museo de Geología, que estaba separado, y lo que encontramos fue a unas señoras muy mayores que cuidaban un poco de lo que quedaba. Como mi padre y mis tíos habían sido de la Junta de Ciencias Naturales de Barcelona en los años veinte nos dejaron entrar en el museo para revisar lo que quisiéramos, y así empezamos a encontrar colecciones, la mayoría sin identificar; solo ponía quién y dónde habían recolectado los ejemplares.

Federico Travé, Salvador y Joaquím Maluquer, fundadores de la Sección Catalana

Federico Travé, Salvador y Joaquím Maluquer, fundadores de la Sección Catalana

Ayudados de algunos libros antiguos nos hicimos una especie de lista patrón con géneros y especies. De esta forma llegamos a tener un poco de idea de ornitología, pero sin apoyo externo. Y así estuvimos ocho o nueve años, hasta que un día apareció Federico Travé, abogado, aunque sin ejercer, de la alta sociedad, propietario de fincas e interesado por los pájaros, y que quería conocernos. Empezamos a reunirnos y a clasificar con etiquetas los ejemplares del museo. Todo ello nos llevó a pensar en crear una sociedad, e incluso hicimos un borrador de estatutos, hasta que vimos un breve en la revista Ibérica que decía que se estaba preparando una sociedad española de ornitología. Federico Travé viajó a Madrid para contactar con Francisco Bernis, y decidieron que habría una sección catalana dentro de esta sociedad.

 

Se crea la asociación en 1954 y al año siguiente se organiza un viaje a Doñana. ¿Cómo recuerda aquella primera toma de contacto?

Si, en el año 55 fui a una expedición a Doñana, y lo recuerdo como algo extraordinario, inesperado… una especie de paraíso. Aquel era otro mundo, como si estuvieras en el centro de África. Al llegar a Andalucía una de las primeras impresiones que tuve fue ver cigüeñas sobre pajares bajos, porque en aquella época casi no había cigüeñas en Cataluña. Primero el tren, luego la barca, y después atravesar la marisma a caballo –nunca había montado–… era como ir por el oeste. Toda una aventura. Te salpicaba el agua y veías volar aves constantemente. Todo ello me llevó a decir: este mundo me interesa y quiero dedicarme a él.

 

En aquel viaje filmó las “pajareras” de Doñana, y mucho tiempo después descubrió que estas eran las primeras imágenes tomadas de ellas y no las realizadas por ornitólogos extranjeros.

Tenía una cámara de mi padre y, al ver que había película incluso a color en Barcelona después de la guerra, la compré para aquel viaje. Las “pajareras” –en La Algaida– fueron lo más

Imagen de la filmación de Salvador Maluquer a las "pajareras" de Doñana (1955)

Imagen de la filmación de Salvador Maluquer a las «pajareras» de Doñana (1955)

Pollo de aguila imperial, filmado también por Salvador Maluquer en Doñana (1955)- maluquer 04

Pollo de aguila imperial, filmado también por Salvador Maluquer en Doñana (1955)

impresionante de la expedición. Se veía una nube blanca encima de los árboles y podíamos pasar por debajo de ellos a través de los túneles que hacían los jabalíes. Te caían pollos y huevos –que se comían los jabalíes– y deyecciones. Salías blanco de todo aquello; había tantos nidos… Y anillamos, aunque era difícil. Todo era una maravilla y pude filmarlo. Siempre se había dicho que las primeras películas fueron las de la expedición inglesa del 57, pero ahora se ha visto que son las mías, tal y como me ha especificado el cineasta Fernando Camarero.

 

En sus viajes por Doñana, o por otros espacios de nuestra geografía, ¿tuvo relación con expediciones extranjeras?

En Doñana, no; pero en el delta del Ebro, sí. Con ornitólogos alemanes, sobre todo con Westernhagen; también ingleses (que dibujaban muy bien), franceses o suizos (que publicaron artículos muy interesantes). Nos escribían y nos enviaban datos que habían recogido, pero, excepto en el caso de Westernhagen, no fue mucho el contacto.

 

Después de Doñana, ¿puede ser el delta del Ebro el espacio en el que ha tenido una mayor implicación personal?

Doñana fue la apertura: el primer viaje, algo desconocido, todo nuevo. Aunque, después, el delta del Ebro fue igual: una entrada maravillosa. Sabíamos que era un buen lugar para ver pájaros, y organizamos una visita, con Bernis, tras contactar con Juan Borés, propietario de la isla de Buda, gran amante de la naturaleza y algo cazador. Nos invitó. Nos juntamos Francisco Bernis, Federico Travé, Pedro Weickert, Pedro Franch y yo. Atravesamos el delta navegando en una barca y nos acogió en su casa, sin luz eléctrica. Estuvimos tres días y vimos un país distinto: llanuras inundadas que atravesábamos con botas de agua, campos de arroz, aves, nidos de gaviotas, de Sternas. Vimos mucho en tres días, y Juan Borés nos abrió la isla para siempre que quisiéramos volver.

 

Cuando se funda en Madrid la Sociedad Española de Ornitología, ese mismo día se crea la Sección Catalana. La idea estaba clara, ¿no?, puesto que había muchos integrantes de Cataluña.

Teníamos ya 70 o 80 socios en Cataluña, entre ornitólogos, familiares, cazadores y otros profesionales interesados en la naturaleza por diferentes motivos, desde aficionados a los cangrejos a los que trabajaban con crustáceos. Casi todos los profesores vinculados a las ciencias naturales de la universidad se inscribieron, como el doctor Balcells o el doctor Margalef, que nos dieron gran realce y un valor científico importante. Colaboraron mucho pero prefirieron quedarse en un segundo plano.

 

¿Qué actividades específicas realizaba la Sección Catalana?

Desde los inicios empezamos a hacer reuniones todos los viernes para hablar de ciencias naturales y política. Después organizamos otras mensuales con conferencias, cursillos de ornitología y de anillamiento, además de numerosas excursiones. La sección tenía mucha vida, sobre todo en Barcelona y alrededores.

 

Y, dentro de la ornitología, ¿hacia dónde encaminó sus pasos?

Fundamentalmente me he dedicado al delta del Ebro. Hicimos 79 viajes entre los años 56 y 73, cuarenta de ellos a la isla de Buda y otros también a la Encanyissada o La Tancada y otras lagunas. En 1962 publiqué un artículo en la revista Ardeola, en 1971 dos más, y en el volumen especial a Bernis (1971) hice un trabajo más largo sobre la avifauna en el delta en primavera y verano. Lo que más me ha interesado siempre han sido las aves de marisma, y ahora voy sobre todo a los Aigüamolls de l´Ampordà, por su fácil acceso.

 

Abogado y perito textil -sin ejercer-, dedicado profesionalmente al sector eléctrico y presidente de SEO durante ocho años, ¿qué es lo mejor que le ha aportado personalmente el estudio y conocimiento de las aves y ser fundador de esta organización?

Muchas satisfacciones, como salir al campo e interesarme por numerosos aspectos de la naturaleza, no solo las aves; y ver que lo que empezó con un pequeño grupo de gente muy joven se ha convertido en una gran sociedad de protección y conservación, algo completamente imprevisible en aquel tiempo. Cuando piensas cómo estaba la naturaleza en aquellos tiempos, en los que se mataban águilas porque eran consideradas alimañas, y ves un cambio tan drástico, te alegra saber que has colaborado con ello. Esto que salió casi de la nada ahora nos desborda completamente. Es un cambio tremendo.

 

En los momentos actuales, según su criterio, qué es lo que más debería preocuparnos respecto a la conservación de la naturaleza?

Hay muchos problemas que preocupan. Localmente pienso en el delta del Ebro, que está retrocediendo rápidamente y al que la política del Gobierno no parece favorecer, sino al revés: más presas en el río, menos agua que baja y menos limo. Yo lo he visto retroceder, desde que empecé hasta ahora, cinco kilómetros por lo menos. La primera vez que fui, el primitivo faro,

Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, coloca en la solapa de Salvador Malquer la insignia que le distingue como socio desde hace más de cincuenta años © Agustín Carretero-SEO/BirdLife

Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, coloca en la solapa de Salvador Malquer la insignia que le distingue como socio desde hace más de cincuenta años © Agustín Carretero-SEO/BirdLife

que había estado en tierra, se encontraba ya a unos cincuenta metros dentro del mar. Pero llegó a quedarse a dos kilómetros de la costa actual, antes de volar los restos que perjudicaban la navegación. Me afecta la situación del delta y también las costas, que no están protegidas o, al contrario, se están desprotegiendo; se está edificando o manteniendo construcciones que hubieran

Salvador Maluquer, con la insignia conmemorativa, toma la palabra en la cena homenaje celebrada el pasado mes de diciembre, con motivo del XXII Congreso de SEO/BirdLife.

Salvador Maluquer, con la insignia conmemorativa, toma la palabra en la cena homenaje celebrada el pasado mes de diciembre, con motivo del XXII Congreso de SEO/BirdLife.

tenido que desmantelarse. Me preocupa que los Gobiernos –incluido el catalán– no tengan ningún interés por la naturaleza y que vayan más bien hacia atrás. Parece que la protección de la naturaleza haya retrocedido y esté menos defendida que hace unos años.

 

Finalmente, un deseo para SEO/BirdLife.
Que llegue a los cien años tan joven y activa como ahora.

 

 

 

Entrevista realizada por Josefina Maestre en el último número de Aves y naturaleza, revista editada por SEO/BirdLife. Ver pdf de la entrevista.

La versión digital de Aves y naturaleza ofrece, además, en exclusiva para los socios de SEO/BirdLife la primera filmación de “las pajareras” de Doñana y de un pollo de águila imperial, realizada por Salvador Maluquer en 1955. Si eres socio, accede desde aquí.

 

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